Tras varios minutos dedicados a pensar qué título quería darle a este segundo post, he decidido que, simplemente, sería empleando unas de las palabras que más repito en los últimos meses. Y es que cuando pienso en ese "nombre", vienen tantas cosas a mi cabeza que es imposible resumirlas en una sola línea.
¿Qué es el Monasterio de San Bartolomé de Lupiana? Para mí
representa multitud de cosas, de sentimientos, de planes, de ilusiones, pero, si
tuviera que hacer una presentación a alguien que partiera de cero, diría que es
aquel lugar que hemos escogido para seguir con la celebración una vez
finalizada la ceremonia, aunque esta definición, debo aclarar, me parece que se queda corta... Siguiendo con la presentación formal, se trata de un Monasterio ubicado en Lupiana, justo al
lado de Guadalajara, fundado por la Orden Jerónima en el siglo XIV. Hoy en día,
en manos privadas desde la Desamortización de Mendizábal (más de uno estará pensando en las clases de Historia en Bachillerato... jaja).
Lo primero que Antonio y yo empezamos a buscar, por el mes
de Julio del año pasado, fue el sitio que seguirá, llegado el día, a la
Iglesia. Sí, por sorprendente que parezca, el orden de elección fue éste, ¡no se
muy bien por qué! Habíamos visto varias fincas de Madrid en Internet
pero ninguna acaba de cuadrarnos... y fue, precisamente, en una boda (ya que
estás allí hablas de lo propio, ¡de otras bodas! jeje), dónde nos hablaron del
Monasterio de Lupiana y, más que hablar, nos lo recomendaron. La verdad es que
me faltó tiempo para, a la mañana siguiente, recuperada de trasnochar y
habiendo dejado atrás la fiesta y la barra libre, meterme en Google y escribir:
"Monasterio de Lupiana".
Recuerdo que le dije a Antonio: "¡mira, mira!, ¡qué pasada!"... y... a los pocos días estábamos llamando para concertar una cita....
Iba en el coche, todo sea dicho, muy nerviosa... ¿me
gustaría? ¿qué sentiría allí? ¿sería "nuestro lugar"? De repente, un
cartel que nos desviaba de la carretera y nos introducía en un camino marcado
por árboles... y más adelante, allí estaba...
Me quedé, como diría alguna amiga mía, atónita... "Tranquila",
me dije, ¡había que verlo por dentro! Abrimos un portón de madera, esperamos mientras nos comían las ganas de ver y nos asomábamos por los
rincones, y, poco después, vinieron a atendernos y, por fin, entramos. Superó nuestras
expectativas... precioso, indescriptible, mágico...
Cómo imaginaréis, nos encantó. Los dos tuvimos la misma sensación, que ese lugar nos describía, nos hacía recordar viajes que hemos hecho, sitios que hemos visitado, conversaciones que hemos tenido...Era... diferente y único. Lo notamos en nuestras miradas.
Desviación en la carretera hacia el Monasterio |
Camino hacia el Monasterio |
Monasterio de Lupiana |
Cómo imaginaréis, nos encantó. Los dos tuvimos la misma sensación, que ese lugar nos describía, nos hacía recordar viajes que hemos hecho, sitios que hemos visitado, conversaciones que hemos tenido...Era... diferente y único. Lo notamos en nuestras miradas.
Salimos de allí, pusimos los pies en la tierra en el
trayecto de vuelta y acordamos mirar otras fincas, palacios o conventos. Lo
cumplimos, visitamos un par de sitios más pero, nada, nada superaba lo que en
el Monasterio de Lupiana habíamos sentido. Con lo cual, no nos costó mucho
tomar la decisión. ¡Creo que a finales de Agosto ya estaba todo claro!
El hecho de que esté ubicado en Guadalajara nunca nos
importó. Nuestra relación ha estado marcada desde un principio por la necesidad
de que el hecho de pertenecer a dos ciudades diferentes, Madrid y Toledo, no
fuera un problema; por un poquito más de 70 kilómetros de separación entre
nuestras casas; por continuos viajes, primero en metros y autobuses (con sus
más de dos horas de ida y otras dos de vuelta) y luego (¡menos mal!), cuando ya
tuvimos, en coche, que hizo que esos tiempos se redujeran a una horita; por
caminatas en pleno agosto por las calles de alguna de esas dos ciudades cuando,
estando en la universidad, no teníamos un duro para pasar las tardes de otra
forma pero queríamos aprovechar cada minuto de nuestra "estancia" en
la ciudad que nos acogía; por plannings milimetrados de fines de semana que nos
permitan compatibilizar, disfrutar cada uno de nuestros amigos, de nuestra
familia, de nuestro ocio, y, también,
compartir todo ello juntos... Sin olvidar que hace ya casi tres años decidimos
compartir las tareas y obligaciones domésticas de la convivencia, ¡con lo que
ello conlleva! (aunque, está claro, merece, y mucho, la pena).
Supongo que todo eso nos ha hecho darnos cuenta de que no
importa el lugar, sino la persona, y de que puedes crear "tu sitio
perfecto" del espacio más inesperado...
A partir de ahí, de haber tomado la decisión, tuvimos una
reunión con la persona que lo gestiona (un encanto; el trato no puede ser mejor);
más tarde, una segunda visita con nuestros padres porque su opinión nos importa
(y ya de paso, hicimos las presentaciones entre los consuegros, jaja), después,
conseguimos la reserva de nuestro día y ¡aquí estamos! ¡Elección de lugar de
celebración hecha!
Soy consciente de que os vamos a hacer ir hasta Guadalajara
pero, de verdad, creedme que no es tanto camino y que merece la pena... Ya
estamos planeando, quizá, una preboda el día anterior pero no hay nada
decidido... son cosas que rondan nuestra cabeza... ¡Lo que es seguro es que,
para quien quiera, os buscaremos hoteles buenos y baratos y tendréis un
servicio de autobuses estupendo!
María
Precioso Maria. Muaak
ResponderEliminarEso es ponerle ilusión a algo! Va a ser una boda preciosa, no me cabe duda. Me encanta verte así de feliz 😃
ResponderEliminarEso es ponerle ilusión a algo! Va a ser una boda preciosa, no me cabe duda. Me encanta verte así de feliz 😃
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